lunes, 29 de diciembre de 2008

Más que volar



Desde las montañas y con la complicidad del viento arranca mi aventura. Se apodera de mi el silencio y la nostalgía. El cielo se transforma en mi protector y desde allí puedo divisar un panorama lleno de infinito amor. Como observadora del mundo, puedo sentirme tranquila y agradecida por este juego de la naturaleza. El viento se adueña de mis sentimientos y balancea mi cuerpo de un lado para otro y como dos pequeños traviesos intercambiamos nuestros secretos, mientras el sol en todo su esplendor llena de energía este momento sagrado. Y allí diminuta , pero no menos importante la tierra, que abre sus alas para dejarme entrar en su misteriosa belleza verde, diversa y cristalina. En unidad con el universo soy feliz y participo plenamente de este gran sueño.

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